lunes, mayo 01, 2006

La muerte del hombre feo




-¡Sonría!-

En un falso intento, intentó sacarle una foto a una hermosa dama haciendo una mueca espantosa que, en vez de hacer reír, incitaba mas bien a vomitar.

No era el hombre mas agraciado de la ciudad, tampoco el más feo... bueno si, miento: era el más feo. Pareciera que su cara fuera el reflejo de sus múltiples fracasos amorosos, o del paso por una guerra macabra. También que los años le hubiesen caído encima, en vez de, solamente, haber pasado por él.

-¡Que horrible eres!- le dijo la muchacha, con algo de desprecio y asco. Se paró, para salir, tratando de evitar el más mínimo contacto con este hombre. Era tan feo, que pudiera que su extraña apariencia, algo exótica, fuera contagiosa. En medio de tan bochornoso acto él agachó su cabeza, apretó entre las manos su cámara y se alistó para la siguiente fotografía; ya estaba acostumbrado a este tipo de insultos.

-Yo ya me hubiera suicidado- entre la recocha sana y la sinceridad brutal, era uno de los comentarios más comunes del lugar. Eran algo crueles, pero había algo peor: esa parecía ser la realidad. Era tan triste su expresión, más bien enfermiza, que el alcalde le había declarado ilegal el transitar por las calles si no se tapaba la cara, ya que, según estudios, “dañaba la imagen del pueblo”. Y estaban estrenando andenes.

-¡Vamos a jugar fútbol!- dijo un día a sus amigos.
-No... Hoy no vamos a jugar...- respondieron.
Aunque, misteriosamente, algunas personas jugaron en la cancha. Él no se acercó: sabía que no podían ser sus amigos; ellos no iban a jugar… pero eran los únicos a kilómetros que utilizaban aquella cancha, pensó. Tan raro, se decía, ¡deben ser otros! trató de ver que extraños estarían ahí. No se acercaba. Después de algunos minutos concluyó que eran de otro lugar y se fue.

Cuando le ocurrían cosas que le lastimaran mucho hacia una expresión de aceptación, aunque más parecía un estado de agonía. Como si estuviese a punto de morir... una de sus expresiones más conocidas. Quizás la única que le habían conocido. Sin mencionar cuando dormía; la mama le prohibía prender la luz. Dormían en un mismo cuarto y ella tenia problemas del corazón.

Un día amaneció muerto. En silencio el doctor se negó a hacerle la autopsia. Hace días ya lo había examinado de un problema urinario; dejo de comer ocho días y cayó en un estado lamentable de desnutrición.

Sin pensarlo mucho declaró -¡Ah muerto por feo!-

La gente ya esperaba eso. Su fealdad, mas allá de natural, era entendida a manera de castigo divino, como resarcimiento a las atrocidades cometidas por sus antepasados que habían colonizado América.

Ese misma mañana se declaró día cívico en el pueblo...

-Que personaje tan especial era- decía el representante del alcalde, excusándolo por un problema de salud muy grave que lo aquejaba ese día –todos lo recordaremos, fue un gran ingeniero...- dijo con una lágrima en los ojos.

Entre la confusión y murmullos de la gente, un cercano al represéntate le susurró que era fotógrafo. El representante corrigió:
-A éste geógrafo... ingeniero geógrafo!!!-... que dios lo tenga en su gloria!

Unos rompieron en llanto y se escuchó un gran aplauso.

F.A

1 comentario:

Anónimo dijo...

de que cosa... pidan yo veo a ver si le hago